Realizar el autoexamente mensual a partir de los 25 años para el diagnóstico tempranoCon ello, se ve reducida la mortalidad y morbilidad de la enfermedad. En este sentido, es necesario aprender a diferenciar cómo se siente el seno normalmente, antes y después de la menstruación, ya que el tejido mamario responde a los cambios hormonales menstruales.
Se recomienda hacerlo durante la hora del baño, porque el jabón elimina la tensión superficial de la piel, y es más fácil la identificación de bultos en el área. Se debe ver frente a un espejo, levantar un brazo y hacer presión con la mano, esto hace que se vean con más facilidad los cambios de coloración, engrasamiento de la piel, o posibles deformidades. Después, se inicia la palpación, la cual comienza con una leve presión del pezón, para revisar si existe algún bulto.
Acudir al ginecólogo para la revisión mamaria anual a partir de los 40 años de edad o antes si se tiene antecedentes familiares de primer grado.
Adoptar un método anticonceptivo destino a la pildora y, si es necesario seguir una terapia hormonal sustitutiva durante la menopausia, hacerlo bajo un estricto seguimiento médico.
Consumir muchas frutas y verduras como brécol, repollo, hojas de mostaza, coliflor, espinacas, pimientos, tomates, ajos, etc., ya que tienen compuestos anticancerígenos
Evitar el consumo de grasas saturadas (comida chatarra, dulces industrialmente procesados, etc.) y, en su lugar, preferir el empleo de aceite de oliva (ácido oleico) y los aceites derivados del pescado (linoléico), ya que sus grasas son poliinsaturadas.
Evitar fumar o tomar bebidas alcohólicas o hacerlo con con mucha moderación.
Practicar ejercicio físico de forma regular y moderada (al menos 3-4 veces por semana) durante al menos 30-40 minutos. En este sentido, caminar puede ser una buena opción al prevenir el aumento de peso y la obesidad, reduciendo así el riesgo oncológico.
Procurar una lactancia natural por períodos prolongados de tiempo, ya que es un buen método para prevenir el cáncer de mama en mujeres
Evitar la obesidad, ya que favorece la actividad estrogénica. Investigaciones recientes han podido comprobar que aumentar 20 kg durante la vida adulta predispone al cáncer de mama al llegar a la menopausia. Otra investigación demuestra que un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 eleva en un 31% las probabilidades de desarrollar el tumor. Pero sin entrar en fórmulas matemáticas para averiguar el IMC, una forma de descubrir si te sobran kilos consiste en comparar tu peso con tu altura. Por ejemplo, una mujer que mide un 1,60 m, debería pesar unos 60 kilos y empezaría a ser una obesidad de riesgo a partir de los 70 kilos..
No abusar de aparatos electrónicos El tejido mamario es muy sensible a las radiaciones electromagnéticas, ya que éstas favorecen la producción de un exceso de estrógenos. Por ello, se recomienda evitar todo tipo de aparatos en la habitación a la hora de dormir y se aconseja mantener a cierta distancia del microondas cuando funcione
Evitar vivir continuamente estresada El estrés afecta directamente a la fase lútea del ciclo menstrual. Esta etapa dura desde que se acaba de ovular (a mitad de ciclo más o menos) hasta que lllega la regla y a lo largo de esos días, además de estrógenos, se secreta progesterona. Pero el estrés altera la producción de esta última hormona de forma que hay un exceso de estrógenos y su exceso aumenta el riesgo de cáncer mamario..
Evitar los sujetadores apretados (los que dejan unas marcas rojas en los hombros y debajo de los seno) y aquéllos que suben y realzan los senos, ya que, según estudios, las mujeres que usan este tipo de prendas las 24 horas del día tienen una mayor incidencia de cáncer de mama que aquellas que viven en culturas donde el uso del sujetador no es obligatorio.
Tener cuidado con ciertas sustancias que actúan como "estrógenos ambientales" Existen sustancias que la ciencia ha demostrado su relación con el cáncer de mama. En este sentido, los productos que llevan componentes organoclorados (con cloro en su formulación) pueden estar hasta más de 40 años en el cuerpo. Normalmente se hallan en insecticidas para evitar plagas en frutas y verduras, en derivados de los plásticos o del petróleo y favorecen los cambios tumorales en las mamas. Lo mismo ocurre con las dioxinas que emiten las incineradoras y que se acumulan en animales de granja.
Es importante saber que las sustancias tóxicas no sólo se ingieren vía oral o bien a través del aire que respiramos, sino que también se absorben por la piel. Es el caso de los parabenos, una sustancia que se usa en cosméticos e higiene personal, y que aumentan el riesgo de cáncer. Para identificarlos, solamente es necesario fíjarse si en la etiqueta de los productos aparecen términos como metiletil-.propil- y butilparaben.
Igualmente, se debe evitar el uso de desodorantes que contengan triclosán y las sales de aluminio.
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